Si tienes una gatita joven y estás considerando la castración, seguro que te han surgido mil dudas: ¿Cuándo es el mejor momento? ¿Cómo será la recuperación? ¿Le cambiará el carácter? Yo también pasé por eso y te voy a contar todo lo que aprendí, junto con mi experiencia (que no fue precisamente tranquila).

¿Por qué castrar a tu gata?
La castración tiene muchos beneficios tanto para la salud de tu gata como para tu tranquilidad. Evita camadas indeseadas, reduce el riesgo de infecciones uterinas y ciertos tipos de cáncer, y en muchas gatas, disminuye los comportamientos asociados al celo (como los maullidos insistentes o la inquietud).
Esqui, mi gata, siempre ha sido un torbellino. Durante el celo maullaba bastante durante el día, por suerte las noches eran tranquilas, pero comía y jugaba menos, y eso no me gustaba. Aunque no era un problema grave, sabíamos que la castración sería lo mejor para su bienestar y para evitar posibles problemas de salud en el futuro.
¿Cuándo es el mejor momento para castrar?
La mayoría de los veterinarios recomiendan entre los 4 y 6 meses de edad, otros a partir de los 6 meses, si embargo si tu gata es mayor, también se puede hacer sin problema. Habla con tu veterinario para determinar el mejor momento según su salud y desarrollo.
Nuestro veterinario nos recomendó a partir de los 6 meses y lo hicimos a los 7 meses y medio.
El postoperatorio: lo que nadie te dice (y mi experiencia)

Aquí viene la parte mas complicada. Nos dijeron que lo mas importante era que no se lamiera la herida y que usara el collar isabelino durante mínimo 5 días, pero mi gata no estaba nada de acuerdo con eso.
Esa misma noche, se abrió la herida y tuvimos que llevarla al veterinario al día siguiente, que le pusieron 3 grapas mal puestas porque no se pudo hacer más, bufaba y gruñía, inclusos a nosotros mismos, el veterinario tuvo que usar guantes especiales... Además se enfadó muchísimo, sumándolo al mal genio que ya tiene y, cuando llegamos a casa, se hizo bastante daño al intentar quitarse el collar isabelino. Se arrancó una uña y, en un intento desesperado, se le enganchó la boca en el collar. Fue un caos total y, al final, tuvimos que quitárselo porque se estaba lastimando aún más, ni 24 horas le duró el dichoso collar.
Si tu gata no tolera el collar isabelino, hay otras opciones como bodys postoperatorios o collares tipo almohada. Eso sí, ten en cuenta que algunas gatas (como la mía) pueden reaccionar mal a cualquier cosa que les pongas. En ese caso, hay que vigilarlas mucho y asegurarse de que la herida cicatrice bien.
Consejos para una buena recuperación.
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Un lugar tranquilo: Tu gata necesitará un espacio donde pueda descansar sin sobresaltos, evitar en todo lo posible los ruidos fuertes, y si puede estar en una zona con calor, muchísimo mejor.
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Vigila la herida: Revisa la zona de la cirugía al menos dos veces al día para asegurarte de que no haya signos de infección.
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Sigue las indicaciones del veterinario: Si te recomiendan medicación, dásela en el horario indicado. Nosotros no tuvimos que medicarla, algo bueno que tuvimos.
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Controla que no se lama: Si el collar isabelino no funciona, prueba con otras opciones, si no funciona ninguna vigila que no se lama la herida y revisa la herida al menos 2 veces al día.
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Mucha paciencia y cariño: Algunas gatas pueden volverse más ariscas durante los primeros días, Están molestas y doloridas, por lo que tener paciencia es fundamental. Mantener la calma y que la gata detecte esa tranquilidad es muy importante también.

La castración es un proceso importante en la vida de una gata y, aunque la recuperación puede ser un reto y puede tardar más de lo habitual, al final es lo mejor para su salud. Mi experiencia no fue nada fácil y en casa lo pasamos bastante mal, pero con paciencia y cuidados todo fue bien.
Si estás por pasar por este proceso, espero que mi historia te ayude a prepararte mejor. ¿Has castrado a tu gata? ¡Cuéntame cómo fue tu experiencia!
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